miércoles, 30 de enero de 2008

Cirlot: Visio smaragdina

VISIO SMARAGDINA

Maresmer
maresmel vad
valma resdar
mares delmer

Deser verdal
vernal damer
adler es mar
verden lervad

Maresmer ver
desmeral dar
dar
ver
verd
verd smerald

.

Con las permutaciones, Cirlot introdujo una radicalidad casi absoluta en la poesía. No son versos para comprender, sino para sentir, para dejarse llevar, para entenderlos de modo matemático, musical o mágico; como cada cual prefiera, pero siempre más allá del sentido inmediato.

Cirlot: 67 versos en recuerdo de Dadá

67 VERSOS EN RECUERDO DE DADÁ

El uno se arrodilla dulcemente,
el dos tiene las trenzas de papel,
el tres llena de plata los triángulos,
el cuatro no solloza,
el cinco no devora el firmamento,
el seis no dice nada a las serpientes,
el siete se recoge en las miradas,
el ocho tiene casas y ciudades,
el nueve canta a veces con voz triste,
el diez abre sus ojos en el mar,
el once sabe música,
el doce alienta lámparas,
el trece vive sólo en los desvanes,
el catorce suplica,
el quince llama y grita,
el dieciséis escucha,
el diecisiete busca,
el dieciocho quema,
el diecinueve sube,
el veinte vuela ardiendo por el aire,
el veintiuno cae,
el veintidós espera,
el veintitrés adora los vestidos,
el veinticuatro sabe matemáticas,
el veinticinco magia,
el veintiséis amor,
el veintisiete guerra,
el veintiocho estrellas,
el veintinueve luna,
el treinta tiene garras de cerezo,
el treinta y uno flota,
el treinta y dos destruye los anillos,
el treinta y tres anula los espacios,
el treinta y cuatro ruge,
el treinta y cinco vive lejos,
el treinta y seis conoce la amargura,
el treinta y siete fulge,
el treinta y ocho baja,
el treinta y nueve quiebra torres,
el cuarenta se expresa,
pero el cuarenta y uno tiene páginas,
donde el cuarenta y dos halla su espejo,
donde el cuarenta y tres se desmenuza,
en el cuarenta y cuatro anidan tigres,
en el cuarenta y cinco monumentos,
en el cuarenta y seis hay una espiga,
en el cuarenta y siete distracciones,
detrás vienen cuarenta y ocho pensamientos,
cuarenta y nueve signos,
cincuenta cruces,
cincuenta y una lágrimas,
cincuenta y dos mujeres,
cincuenta y tres desiertos,
cincuenta y cuatro pianos,
para cincuenta y cinco partituras,
para cincuenta y seis sonidos,
cincuenta y siete soles,
cincuenta y ocho perlas,
cincuenta y nueve bocas,
sesenta muertes,
sesenta y una llagas,
sesenta y dos pirámides,
sesenta y tres adioses,
sesenta y cuatro diccionarios,
sesenta y cinco sentimientos,
sesenta y seis recuerdos,
sesenta y siete flores.

martes, 22 de enero de 2008

Los libros hacen pensamientos, los pensamientos hacen al hombre

Si puedes llevar la cabeza sobre los hombros bien puesta...
cuando otros la pierden y de ello te culpan;
Si puedes confiar en ti cuando todos de ti dudan...
pero tomas en cuenta sus dudas;
Si puedes esperar sin que te canse la espera,
o soportar calumnias sin pagar con la misma moneda,
o ser odiado sin dar cabida al odio...
y no por eso parecer demasiado bueno o sabio;

Si puedes soñar sin que tus sueños te dominen;
Si puedes pensar sin que tus pensamientos sean tu meta;
Si puedes habértelas con Triunfo y Desastre
y tratar por igual a ambos farsantes;
Si puedes tolerar que los bribones
tergiversen la verdad que has expresado
y la convierten en trampa para necios,
o ver en ruinas la obra de tu vida
y agacharte y reconstruirla con viejas herramientas;

Si puedes hacer un atado con todas tus ganancias
y arrojarlas al capricho del azar,
y perderlas y volver a empezar desde el principio
sin que salga de tus labios una queja;
Si puedes poner al servicio de tus fines el corazón,
el entusiasmo y la fortaleza, aún agotados,
Y resistir aunque no te quede ya nada..,
Salvo la voluntad que te diga "¡Adelante!";

Si puedes dirigirte a las multitudes sin perder la virtud,
y codearte con reyes sin perder la sencillez;
Si no pueden herirte amigos ni enemigos;
Si todos cuentan contigo en demasía;
Si puedes llenar el implacable minuto,
con sesenta segundos de esfuerzo denodado,
Tuya es la Tierra y cuanto en ella hay,
Y más aún, Serás un hombre, hijo mío!

Rudyard Kipling

lunes, 21 de enero de 2008

Jaime Gil de Biedma: El arquitrabe

EL ARQUITRABE

(Andamios para las ideas)

Uno vive entre gentes pomposas. Hay quien habla
del arquitrabe y sus problemas
lo mismo que si fuera primo suyo
—muy cercano, además.

Pues bien, parece ser que el arquitrabe
está en peligro grave. Nadie sabe
muy bien por qué es así, pero lo dicen.
Hay quien viene diciéndolo desde hace veinte años.

Hay quien habla, también, del enemigo:
inaprensibles seres
están en todas partes, se insinúan
igual que el polvo en las habitaciones.

Y hay quien levanta andamios
para que no se caiga: gente atenta.
(Curioso, que en inglés scaffold
signifique a la vez andamio y cadalso.)

Uno sale a la calle
y besa a una muchacha o compra un libro,
se pasea, feliz. Y le fulminan:
Pero cómo se atreve?
¡El arquitrabe!


Jaime Gil de Biedma (1929-1990) aportó a la poesía española de posguerra ironía, compromiso y destreza métrica, además de abrir la poesía al mundo personal, con claves a veces privadas, del grupo de amigos. En la red es fácil acceder a varias antologías; por ejemplo, en Juego poético o en A media voz.

sábado, 19 de enero de 2008

Juan Eduardo Cirlot: "Homenaje"

HOMENAJE

Mi alma es la ventana donde muero.
Mi alma es una danza maniatada.

Mi alma es un paisaje con murallas.
Mi alma es un jardín ensangrentado.

Mi alma es un desierto entre la niebla.
Mi alma es una orquesta de topacios.

Mi alma es una rueda sin reposo.
Mi alma son mis labios que se abren.

Mi alma es una torre en una playa.
Mi alma es un rebaño de suplicios.

Mi alma es una nube que se aleja.
Mi alma es mi dolor, mío, por siempre.

Mi alma es el naranjo azul que arde.
Mi alma es la paloma enajenada.

Mi alma es una barca que regresa.
Mi alma es un collar de vidrio y llanto.

Mi alma es esta sed que me devora.
Mi alma es una raza desolada.

Mi alma es este oro en que florezco.
Mi alma es el paisaje que me mira.

Mi alma es este pájaro que tiembla.
Mi alma es un océano de sangre.

Mi alma es una virgen que me abraza.
Mi alma son sus pechos como astros.

Mi alma es un paisaje con columnas.
Mi alma es un incendio donde nieva.

Mi alma es este mundo en que resido.
Mi alma es un gran grito ante el abismo.

Mi alma es este canto arrodillado.
Mi alma es un nocturno y hay un río.

Mi alma es un almendro de oro blanco.
Mi alma es una fuente enamorada.

Mi alma es cada instante cuando muere.
Mi alma es la ciudad de las ciudades.

Mi alma es un rumor de acacias rosas.
Mi alma es un molino transparente.

Mi alma es este éxtasis que canta
golpeado por armas infinitas.


Juan Eduardo Cirlot (1916-1973) es uno de los poetas más extraños y sugerentes de la posguerra española, completamente alejado de las corrientes que entonces predominaban: el realismo, la denuncia social, el existencialismo... Para comprender su obra hay que adentrarse en los terrenos del simbolismo. Aunque resulta muy hermética para el lector, hay que recordar que el propio autor, muy vinculado con el mundo del arte, escribió un
Diccionario de símbolos, que aún reedita la editorial Siruela.

viernes, 18 de enero de 2008

Los justos

Un hombre que cultiva su jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
El tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.

Borges

miércoles, 9 de enero de 2008