Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.
En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.
Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.
Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.
2 comentarios:
RIMA LXVI
"¿De dónde vengo? ...El más horrible y áspero
de los senderos busca,
las huellas de unos pies ensangrentados
sobre la roca dura,
los despojos de un alma hecha jirones
en las zarzas agudas,
te dirán el camino
que conduce a mi cuna.
¿A dónde voy? El más sombrío y triste
de los páramos cruza,
valle de eternas nieves y de eternas
melancólicas brumas.
En donde esté una piedra solitaria
sin inscripción alguna,
DONDE HABITE EL OLVIDO,
allí estará mi tumba."
Gustavo Adolfo Bécquer.
Felicidades por la página, hacéis una muy buena selección de textos. Un saludo.
Maldito sea el olvido cuando mata los sueños y los ideales, cuando lleva a la alondra a convivir con el gusano en el barro, a llenar sus alas de cieno poco a poco, hasta que éste las cubra por completo y ya no pueda volar...o ya no recuerde cómo se hace. Maldito sea el olvido cuando, en nombre de vanas excusas hechas de cobardía, lleva a un ángel a ser cómplice de mercenarios, a contribuir a que la mentira y la servidumbre al poder establecido consagren la injusticia como ley suprema. Maldito sea el olvido cuando destroza las ilusiones y el compromiso de alguien hasta llevarle al lado de quienes quieren que todo siga igual, con la misma desigualdad y opresión...y ya nos lo han demostrado durante muchos años, igual que nos lo demuestran hoy. Maldito sea el olvido cuando lleva a quien debe representar al obrero a ponerse al lado del más traicionero perro del patrón. Maldito sea el olvido cuando lleva a pensar que subir un céntimo la pensión del paupérrimo anciano cada 20 años (mientras los diputados se duplican el sueldo cada poco) es cambiar el mundo, y que ese es el grado de progreso que merecemos. Maldito sea el olvido cuando lleva a aceptar la pobreza y la oscuridad (independientemente de lo que se diga de boquilla, hablo de hechos) que sólo con una lucha firme y decidida contra sus causantes puede vencerse.
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